Llamé a la puerta y no respondiste. Tú, mi siempre madrid, siempre tan orgullosa. Nido de ángeles caídos, de poetas y niños perdidos, de ilusiones candentes en las farolas y de botellas vacías. A tí, a quien entregué mi amor en cada esquina, a tí que me dejaste rozar tu ombligo de gran vía.
Tú misiempre madrid tan especial en cada detalle, la reina de las calles. La experta en olvidarme.
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