Te volaré los sesos.

Nadie te conoce mejor que yo. Sé quién eres de verdad. Me conozco todas tus caras. Todos tus pensamientos. Tus mediocridades. Tus niñeríos. Lo que solías pensar antes de dormirte en la cama, lo que piensas que deberías pensar ahora. Por qué ya no quieres pensar. Tu mayor miedo, nunca confesado. Distingo tus palabras y tus tonos. Desmigajo todos tus gestos. Sé lo que escondes y por qué.  Y no sólo conozco tu historia, sino que la he vivido. He contado tus lágrimas: un millón ochocientas setenta y cinco mil quinientos diecisiete. Me perdí con tus sonrisas. Sé lo que te puede hacer reír en un día naranja, qué te apetece hacer un martes a las tres de la mañana y que tienes una cuenta pendiente con la naturaleza. 

Sé por qué eres incapaz de escribir algo serio en un folio doblado. Que tienes una especie de noctambulismo no verificado, una adicción a las noches en vela y que te enfadarás conmigo durante semanas si te subo a una montaña rusa. Leo en quien piensas cuando ves esa película, no entiendo tu fanatismo por los mimos y me parece incomprensible que tu animal preferido sea una completa ida de olla. 

También sé lo que más odias de ti. Dónde hay que tocarte para conseguirte y dónde por nada del mundo hay que osar poner un dedo. Sé a quién le robarías un abrazo, a quién se lo debes. Y por supuesto sé de qué huyes, aunque no me contestes. 

Y con la palma en el corazón te digo: nunca destacarás en nada. No estás diseñado para ser un número uno, ¿tu espíritu competitivo? casi diluido. 
Tus historias no son como las de las películas detipo amargado y solitario que encuentra al amor de su vida en el ascensor de un rascacielos neoyorquino, o la del gran jugador de bolsa millonetis  que tiene una espontánea revelación y lo deja todo para convertirse en un hippie vendepulseras a las afueras de  Tarifa. No, no.

Tus historias ni siquiera son como las reales, porque si algo puede ir mal, en tu caso irá a peor. O mucho peor, si tienes un día inspirado.  Pero, a pesar de todo, apostaría por tu mala suerte. Invertiría en lo que no se ve. En lo que desconocen incluso los que creen concocerte.

2 comentarios:

  1. Te reconozco... No se; quizás por el post-it, quizás por esa cámara reflex o por tu estilo de "decir mucho en muy poco" o "decir poco en mucho... No se, pero eres tú y SE que te conozco. Y tu sabes quién soy yo.

    Solo tengo una pregunta; ¿Dónde está Perry?

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