Mi plan es envejecer sin dignidad.

Nunca he pensado en mi vida cuando sea mamá. Y ni siquiera sé si lo llegaré a ser algún día. Pero lo que si tengo claro es que me convertiré en abuela. Pensaréis que éso es  imposible si no llego a ser mamá. Pero nada de eso. Si se da el caso de que no tengo hijos, "nietaré" a los hijos de mis hermanos y sino, a los nietos de mis amigos y, en último caso, incluso creo que puedo llegar a nietar a los de mis vecinos.
Una abuela hace en falta en cualquier sitio.

Así que mi plan es envejecer sin tregua ni dignidad alguna para convertirme en una abuela enfundada en un colorido mantón de croché y escondida tras unas gafitas doradas. Viviré con un loro por mascota, y en una casita en la montaña. Iré a la peluquería una vez a la semana para meterme debajo del secador psicodélico rosa (ése en el que toda abuela debe meterse alguna vez en su vida como abuela); y es posible que lea mientras una novela detectivesca, pues dudo encontrar un mejor ambiente de tensión para enfrascarme en la trama. Estaré mínimamente familirizada con los cachivaches tecnológicos y controlaré el ipad1000 dentro de los conocimientos básicos; aunque probablemente también tenga instalados los "programas jurásicos", como el word, o el powerpoint sólo para saber que sigo teniendo control en algo y demostrarles a mis nietos/"nietados" todas mis habilidades powerpointeras.

Es muy posible que les enseñe los álbums de fotos (digitales, por supuesto) y alguna que otra foto impresa, para que vean que el formato de papel también tuvo su momento de auge en la historia. Les contaré historias estupendas con galletas y chocolate a la hora de la merienda. Vendrán a casa los fines de semana y haremos postres caseros y una gran guerra de harina con huevos. Además pintaremos en la acera del jardín, colocaremos las estrellas en el mapa, y nos iremos de excursión. Les enseñaré en la playa los trucos de las caracolas para embotellar al mar entre sus curvas, o el secreto para hacer un buen castillo de arena. Y ellos me enseñarán las últimas tecnologías y se reirán de mi torpeza al intentar hacerme con ellas.

De seguro les contaré la historieta de mi vida. Tal vez cómo conocí a su abuelo, o cómo nunca lo llegué a conocer. Pero sí que a los doce años mi ilusión más grande era convertirme en piloto, que a los diecisiete me fui de casa y que a los veinticinco me ví en Groenlandia estudiando a los pingüinos de penacho amarillo.
Gracias a ellos les quitaré el polvo a los recuerdos y volaré a otro mundo, ése en el que era joven e ilusa y creía que nunca podría hacer un albóndiga comestible en mi vida.

Les llenaré la cabeza de pájaros y les pondré alas en los hombros, sin que se den cuenta, para que puedan volar alto. Les daré lo único que tendré entonces:
chocolate, experiencia y canas. Muchas canas.

2 comentarios:

  1. yo me dejaría nietar sin dudarlo :)

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  2. Amiga mia, eres como una cebolla. Y como buena cebolla que eres, haces llorar. Gracias por ser cebolla. Gracias por ser mi amiga.

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