"La otra pieza del puzle" será una amiga para toda la vida, o un padre postizo en la frontera, el hermano mayor que nunca tuviste con acento polaco, o aquél amor de autobús lejano con historia de guión norteamericano.
Gracias a Dios, los extraños tienen la bendición de cumplir con su buen nombre, acotando así a nuestra imaginación loca y ambiciosa, y de tocarnos no sé muy bien cómo, el corazón. Sacan de él un rayo de luz y lo guardan en su gran sonrisa, se hacen merecedores de todo un estante en la librería de nuestra vida.
Aparecen y desaparecen, como quien no quiere la cosa, cruzándose en el camino y haciendo de cada minuto todo un instante de sesenta segundos.
Suelen tener adherido un sustantivo: guitarra, sueño, ahorros, gato; o un adjetivo: viajero, juerguista, aventurero; incluso los he visto pegados a un verbo: desconectar, confiar, conocer, creer.
Lo que sí está claro es que si se cruzan una vez en tu vida no los olvidarás. Los alimentarás en tu memoria tal y como lo haces con tu estómago o incluso más.
Y si se te cruzan por segunda vez, no los dejarás escapar de nuevo.
Y ellos a ti, tampoco.
Y si se te cruzan por segunda vez, no los dejarás escapar de nuevo.
Y ellos a ti, tampoco.
Y si los pierdes te volverás loco...
ResponderEliminarPor cierto soy Pérfida
Un saludo coleguita