Una vez

Una vez conocí a un hombre
Que hacía los sueños palpables
Los creaba en su estudio
A puro golpe
Y con un toque de dulce de leche

A veces los pedaleaba
Otras los conducía
Pero nunca les daba la espalda

Al principio solo eran ideas
Bocetos sucios en papel
Esbozados con trozos de letra
Solo legible para él

Es cierto que construir sueños era un laborioso trabajo
Requería un esfuerzo diario
Mucho mimo
Un poco de explosión creativa
Algunas horas de más robadas a la cama

Pero conforme pasaba el tiempo
Y la confianza se asentaba
Pasaba como con la naturaleza
Que dentro de su caos organizado
De su silencioso ruido
Las ideas germinaban
Y el árbol florecía

En un momento
Y en medio de un salón
Con escobas
Un par de cables
Y un toque de imaginación
Te construía una casa
(y me da igual que esto no rime)

Hacía emerger las paredes
El tejado
Un pequeño baño
Un bidet violento
Un lavabo en soledad
Armarios guardatodo 
(Aunque aún le faltase el "todo" que guardar)
Y hasta alguna puerta de más          

De pronto los Andes se asomaban por la ventana
El viento se colaba por las rendijas
El carancho robaba los restos de asado de ayer
Y había arroz recién hecho en la cocina

 Porque
¿Cuántos clavos hacen falta para construir un sueño?
¿Cuántas estrellas se necesitan para llenar el firmamento?

Qué más da cuantos clavos hagan falta
Si el que cuenta es el primero
Ese que da comienzo
Al final de esas ansias
Por comerse el mundo


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