Hoy es una noche de esa de tantas en las que la cabeza tintinea, incorregible. Lleva varios días haciéndolo, como queriendo eclosionar y desatarse de ése lazo que la ata al porpurrí de sueños, realidades y sobre todo, de palabras, a la que la tengo acostumbrada.
Es una voz de alarma que me avisa de que necesita ordenarse. Una reorganización inminente, igual que la que pide a gritos tu habitación (y tu madre) cuando el desorden roza el caos tras un día de fiesta.
Así que finalmente, he sucumbido; porque es realmente difícil - o al menos para mí lo es- resisitir la tentación de ponerse "manos a la tecla" aún sabiendo que mañana me convertiré en un zombi con los ojos inyectados en café, que intenta comprender el "fabuloso espectáculo" de la gastrulación, sin éxito alguno. Pero lo que sí os aseguro es que , a pesar de todo, merecerá la pena.
Personalmente no me considero alguien que escriba grandes reflexiones, o que tenga una visión revolucionaria del mundo, o sea extremadamente creativo. No, nada de eso. Sólo soy alguien que encuentra en las palabras algo más que simples trazos hechos a mano alzada. Quizás, incluso un hogar.
Para mí, las palabras son magia. Y cualquier cosa que tenga que ver con la magia, me vuelve loco. Con ellas puedes crear cualquier cosa, incluso lo inimaginable. Y me pertenecen tanto, como yo les pertenezco a ellas. Por éso también son peligrosas.
Un amigo mío las llamaría "la mecha de la sociedad" porque, bien escogidas, son capaces de desencadenar más desastres y peleas que en cualquier versión de GH.
Tal vez sea por éso por lo que me he decidido por fin a dedicarles "un sitio serio". Un verdadero rincón donde poder envolver a mi gusto mis tintineos de cabeza y donde , por supuesto, poder compartirlos si gusta.